Estaba en la cocina de mi trabajo conversando con una amiga y de
repente salió a relucir un tema común entre nosotras: el amor y los compañer@s;
luego de hacerle una pequeña introducción, ella se detiene y me pregunta, ¿ y
qué haces tú aquí?, refiriéndose a una
quizás “fácil” salida del país que yo podría haber tenido. Seguidamente le
respondí lo que le he dicho a muchas personas en los últimos dos años: no tengo
pasaporte, y eso ¿por qué? Replican siempre más rápido de lo que respondí.
A algunos prefiero decirles simplemente que tengo problemas con
las huellas. Sin embargo, hay otros que, si están dispuestos, escuchan toda mi
historia. Una historia que ahora me dispongo a escribir en pro de ayudar a
quienes pasan por lo mismo y pues direccionar al próximo que me pregunte.
En un día del 2013 estaba en Maracaibo desempleada, recién
graduada y con mucho tiempo libre. De repente llegó a mi cabeza la sugerencia
de solicitar mi pasaporte. ¿Por qué no? al parecer esas citas demoran un poco.
Así que mejor empiezo hoy para terminar algún día – pensé. Acto seguido entré
en la página del Saime y solicité una cita para la oficina de Cabimas. Para
quienes no lo saben, en el portal web te indica el tiempo que se tarda la cita;
yo decidí hacerlo en Cabimas porque me salía más rápido que en Maracaibo.
Además, ya conocía la ciudad y mucha gente ahí.
En mayo, tomé un bus y con mi GPS mental activado, llegué al
centro Cívico de Cabimas, donde están las oficinas del Saime. Seré sincera, no
recuerdo mucho de este día, solo sé que pasé el proceso sin ningún problema.
Huellas, fotos, baucher, etc. Al terminar, “chao Cheo” y “paticas pa’que te
tengo”, y pasé el Rafael Urdaneta de regreso a la tierra del sol amada.
Al cabo de unos 15 días o quizás 20, regresé a Cabimas para saber
de mi pasaporte, pues no había recibido mensajes ni correos electrónicos sobre su
estado. Y en ese tiempo no sabía que podía consultar en la página.
Este día, sin yo saberlo, era el inicio esta odisea que me ha
llevado a lugares y situaciones inolvidables. Entregué aquel primer recibo
donde decía la fecha en que me tomaron los datos y todo aquello, una señora
entró a la oficina del misterio y al cabo de cinco minutos salió con varios
pasaportes y otros papeles. Nombró un par de nombres y cuando dijo:
-¿Arianna Flores?
- ¿Si?- respondo yo.
- Flujo alterno- respondió y me devolvió el
papel.
- ¿Eso que quiere decir?
Y me explicó que tenía
alguna falla y debía llevar copia de mi partida de nacimiento y cedula. Regresé
a Maracaibo y aunque no nací ahí, tenía una partida de nacimiento, luego de
sacarle copia a todo y tener tiempo de
regresar a Cabimas, lo hice; entregué los documentos y me regresé a mi
residencia.
Al cabo de unos días, quizás un par de semanas, regresé al centro
Cívico. Allí recibieron mis papeles y ya comencé a familiarizarme con los rostros.
Pasantes, una señora malhumorada que deberían jubilar, y personas realmente
ocupadas. Y como es común en las instituciones del Estado, algunos son
increíblemente amables y otros, la mayoría, te tratan como si atenderte fuera
un favor y no que les están pagando por eso.
Después de otro período, para mediados de 2013, entré a mi cuenta
del Saime y noté que había fallas en varios ítems; como recepción de
documentos. Al ir de nuevo a Cabimas, me explicaron que había problemas con mis
huellas y que necesitaban mi ALFABETICA, palabra nueva para mi vocabulario.
Según lo que me explicaron para ese momento, la alfabetica es ese
“algo” que tienen donde te sacaste la cedula por primera vez. Y eso para mí es
Punto Fijo, mi ciudad natal.
Cuando pude venir a Falcón, donde resido ahora, fui a la Onidex,
donde me saqué la cédula a los 9 años, si no me falla la memoria. Cabe
destacar, que esto queda en un edificio que debería ser considerar patrimonio
de la ciudad o reestructurarlo como una verdadera institución. Allí, un señor
sumamente antipático me explicó que no me podían dar la alfabetica sino la
solicitaban de Cabimas. He aquí el inicio del dolor de cabeza más grande que he
tenido en mi vida.
En esta parte de la historia es cuando yo, Ariana Flores, viví en
carne propia lo que es la falta de sentido común y desorganización. Si me
permiten explicarles; los trabajadores del saime Punto Fijo, no tenían
herramientas para comunicarse con los de Cabimas (ni ganas), ni siquiera tenían
sus correos electrónicos, mucho menos los teléfonos. Así que yo tenía que ver
como hacía para que unos pudieran solicitar el bendito papel a los otros.
Ahora me toca relatar la parte en la que yo llamo a Cabimas y una
mujer me pide el correo del director del Saime de Punto Fijo. Al yo pedir el
correo necesitaba hablar con el susodicho. Pero un momento ¿ cuándo es que el
director de una institución pública atiende a un simple mortal? Aquí usé mis
“influencias”, conseguí hablar con el tipo y pedirle el correo. Al cabo de
varios días, le di el correo a los de
Cabimas para que solicitaran mi alfabetica a Punto Fijo. (si todo esto les
confunde, tranquilos, yo tampoco lo he entendido).
Quizás suene sencillo y creerán que todo salió bien, pero no. El
documento no llegó así de fácil. Regresé al Zulia y en Cabimas LA CHICA (una de
las trabajadores del Saime con quien cree un vínculo venezolana desesperada –
chama pana que te entiende un poco), me dijo que no les había llegada la
alfabetica a pesar de haberla solicitado por correo. Llame al director del
Saime y me dijo que si lo había enviado y así estuve por un etcétera de días,
hasta que ya, por no sé qué forma, llegó el documento. La Chica, me explicó que
eso lo enviarían a Caracas y que tenía que esperar un tiempo a que se
solucionara.
La espera fue algo a lo que me habitúe mientras mi vida cambiaba,
se armaba y desarmaba. Se me presentó frente a frente un aeropuerto, lágrimas y
un amor que se alejó. La necesidad del pasaporte se hizo imperiosa.
Volví a Cabimas con algo que no he perdido nunca, esperanza y
mente positiva. Allá la chica, evidentemente, preocupada, me dijo que todavía
tenía problemas con las huellas y que optaríamos por tomarlas a la antigua; con
tinta sobre papel.
Ya algo nerviosa, entré a una de las oficinas, allí, una señora
malhumorada de esas que deberían haber jubilado hace mucho, tomó mis manos como
si fuera una niña de 6 años regañada y pasó mis dedos sobre tinta y luego en papel.
“Ay mija, pero tienes estas manos sudadas”-dice. Cierto era, siempre he sufrido
de sudoración y en ese momento aún más, quizás por el calor y un poco de
preocupación.
Con todo y eso, me tomaron las huellas “a la antigua”. Con la
esperanza en que quizás eso ayudaría. Para esta época ya estaba por volver a
Punto Fijo, así que mis regresos a Cabimas serían más difíciles.
A pesar de la distancia, en esta etapa, tenía algo a mi favor:
contacto directo con La Chica. Ella siempre fue muy amable por whatsaap,
respondía mis preguntas. Y bueno, me avisó una vez más que mi proceso seguía
retenido en flujo alterno a pesar de la toma de huellas.
Entre idas y venidas, toma de huellas. En octubre de 2014, decidí
irme a Caracas. A pesar de que mucha gente me decía que no era la solución y
otros me respaldaban. Tomé un carro a Valencia y luego un bus a Caracas para no tener que viajar sola de
noche.
En la estación del metro La
Bandera, me esperó una de mis mejores amigas, quien me daría techo, guía y
comida por ese par de días. Luego de una primera noche, salimos bien tempranito
al Saime, donde sin mucha cola me atendieron.
La sede en Caracas es mucho más bonita y organiza. Hacen colas para cada cosa y
el sistema está automatizado (sería el colmo ¿no?).
-Buenas, vine porque tengo más de un año con un problemas en las
huellas – le expliqué la dama que me atendió.
- Cedula – dijo.
- 19059106-respondí.
- Firma aquí y aquí – dijo, mientras pasaban una hoja sin mirarme.
En la hoja decía algunos datos y explicaba que en 5 días se
agilizaría mi problema de huellas.
Firmé y me fui a disfrutar de Caracas. Creo que han sido algunas
cosas buenas que me ha dejado esta experiencia. Tiempo corto, pero bien
aprovechado.
Esperé los cinco días segura de que sería el fin de todo y que pronto
podía empezar a planificar alguna salida del país.
Pasaron esos cinco días, y algunos 20 o 30 más, sin conseguir
respuesta. Mi estado era el mismo. Problemas con las huellas.
Por estos días comencé a entrar a blogs y páginas donde personas
en mi misma situación contarán su experiencia y de cómo la solucionaron.
Conseguí a quienes se les solucionó yendo a Caracas y otros que hablaban de un
gestor. ¿Gestor? ¿Será que me voy por ahí? Pensé.
Escribí un correo por no dejar y me respondieron que todo costaba
unos 6 mil bolívares y que debía enviar una serie de papeles. Y si mal no
recuerdo, ir a Caracas.
Aunque sonaba tentativo, no me convencía enviarle dinero a un
desconocido y documentos sin alguna garantía más que los testimonios de un
blog. Además, los caminos verdes nunca han sido lo mío. Pasamos la página.
Luego de un ir a venir a Cabimas, a donde llevé cartas de alcaldías
y del director del Saime regional. Enviar copias de todo por correo a una
dirección del Saime en Caracas, dirigiéndome al director nacional. Aunado a
tuits casi diarios donde exponía mí caso; a lo que me respondían casi siempre
que debía dirigirme a la oficina donde empecé mi trámite. Me di cuenta que todo
era en vano.
El sistema de
identificación venezolano está muy mal sistematizado, ojo, esto desde lo que yo
he podido conocer. ¿Por qué? Pues aprendí que en las oficinas que dependen de
una sede regional como Punto Fijo para la Vela de Coro, no te pueden dar datos
certeros de lo que pasa con tu trámite. Simplemente entran al mismo sistema que
tú puedes revisar de tu casa.
Además, la comunicación con Caracas es mediante una valija que
llega una o dos veces por semana. Como mi abuela esperando cartas de mi abuelo
en 1920, como si lo que he hecho por todo este tiempo no valiera para hacer una
llamada directa. Sin embargo, también he aprendido que cada funcionario que
labora en esta institución es tan víctima del sistema como yo y cualquier otro
venezolano.
Un buen día se me ocurrió la idea, después de escuchar varias
veces: “pero ¿por qué no vuelves a pedir la cita?”. La cita no se puede pedir
de nuevo, a menos que hagas algo; anular el trámite.
Consulté con La Chica de Cabimas y me dijo que tenía que llevarle
una carta solicitándole la anulación. Con la ayuda de una mamá que la vida me
envió, anulé mi trámite en Cabimas y eso me liberaría de cualquier
responsabilidad.
Marzo de 2015: ¡Por fin! Puedo empezar en Punto Fijo de nuevo y ¡no
me importan cuantas unidades tributarias sean ahora!
Me explicaron que tenía que esperar 15 días para pedir mi cita de
nuevo y que era necesario sacarme la cédula otra vez. Sentada en mi trabajo pensé:
“entraré a la página del Saime para ver si es verdad que me deja tomar otra
cita”. Efectivamente, podía pedir otra cita y como tradicionalmente se demoran
más de una semana o dos en darlas, la pedí.
Para mi sorpresa, mi cita estaba otorgada para el día siguiente! Creo
que este fue un error mío. Pero seguí adelante. Como pude me saqué la cedula. Casualmente
había una jornada de cedulación en un sector de la ciudad y mi jefe me dio
permiso para ir a sacarme el documento. Luego fui al banco y a las 3:00 de la
tarde, hora establecida, estaba en mi cita. “Todo esto fluye, así que debe ser
el camino”, pensé.
Entré, y con una ligera emoción-alivio-miedo dentro de mí, tomaron
mis datos. No pude evitar comentarle al chico del tráiler que tenía más de un
año con problemas en las huellas. Él, muy optimista me dice: “es posible que te
vuelva a pasar”.
Regresé a los 15 o 20 días para saber que había pasado y como el gran profeta lo había dicho: “tienes
problemas con las huellas”.
Como si devolvieran un casete, me dijo que tenía que ir a la
Onidex a pedir la Alfabetica, llevar una copia de cedula y partida de
nacimiento. Lo bueno de esta parte es que ahora no tengo que tomar ningún bus
porque estaba ya en donde me saqué la cedula por primera vez. Además, el Saime
Punto Fijo y la Onidex están a pocas calles.
Regresé a aquel edificio que no se deja morir y solicité la fulana
alfabetica. Para mi suerte, esta vez no había tanta burocracia. La chica
(sentada en una oficina con techo de asbesto, sin aire acondicionado), sacó de
un archivo de gavetas oxidadas un cartoncito medio amarillento del tamaño de media
hoja carta y le pidió a una señora mayor que fuera al lado a sacarle copia. Si señora,
en el Saime no tienen fotocopiadora y tampoco vi una computadora.
Saqué las copias de la alfabetica. Ah! Ese día conocí el fulano
papel, lo que pude ver fueron unas huellas, supongo que las primeras que
registré.
Al terminar, entregué todo, la chica me dijo que esperara dos meses
al menos a ver si solucionaban en Caracas. Yo vi pasar una película repetida
frente a mis ojos y retuve la impotencia hasta al punto de entender que no
tenía sentido hacer preguntas, contar mi historia o reclamar. Ella me diría lo
mismo: debes esperar.
Cierto día mi papá me comenta que tengo una prima trabajando en el
Saime de la Vela de Coro. Nunca he sido muy cercana con los primos paternos,
pero al fin al cabo somos familia. Así que le escribí.
Luego de explicarle todo, me dijo que me fuera lo más pronto
posible a La Vela, que allá era la sede central y que me solucionaban sacándome
la cédula de nuevo. Tan pronto como pude pedir permiso salí a la Vela. Llegué tempranito
como me dijo, no hice cola ni espere más de 10 minutos.
Todo parecía perfecto hasta que el chico que me atiende me pregunta
a que vengo. Creo que le respondí que iba a sacarme la cedula por problemas con
el pasaporte. Me preguntó que de donde era mi tramite, le dije que de Punto
Fijo y con cara de extrañado me dijo: “no podemos hacer nada aquí si tu tramite
es allá”.
Me paré, como ya me acostumbré a hacerlo. Fui hasta donde mi prima
con una ligera esperanza de que me dijera que el muchacho estaba equivocado. Ella
bajó el rostro y dijo: “aaaay claro, es que verdad que estas en Punto Fijo”. Esta
parte de la historia ha sido la más absurda has ahora, pero bueno, fue real.
Ella, luego me dijo que tenía que empezar todo por La Vela y que
llamaría al muchacho de Punto Fijo para que atendiera mi caso. Que enviara todo
a Caracas de nuevo. Me despedí y luego de presenciar un casi choque frente a
medio metro de mi, regresé a casa “con el rabo entre las patas y el ocico
partido”.
Lo último ha sido ir al Saime de Punto Fijo a buscar al muchacho
que mi prima me mencionó. Las dos veces que fui no estaba porque fue en los
días de protestas por la falta de agua y luz en los pueblos de Paraguaná. El muchacho
era de uno y se le hacía difícil llegar.
Le escribí mensajes y me dijo que ya estaba al tanto del caso; que
ya había enviado todo a Caracas. “Que esperara, porque eso se tarda”.
Desde
la mirada de una madre con dos niños y para un estudiante foráneo, cuestiones
como la falta de seguridad social, fallas eléctricas, escasez de honestidad y
todas esas tragedias de las últimas páginas grises, pueden resultar un
obstáculo para la felicidad o un futuro prometedor, quizás generen depresión,
desasosiego y si corren con valentía, podría crecer en ellos algo de esperanza;
la fe puesta en que las cosas pueden cambiar y la fuerza para seguir adelante,
tal caballo en el Grand National Gallops.
En
Aintree, el hipódromo de Liverpool,
Inglaterra, desde 1839 hacen las carreras ecuestres con obstáculos, donde
han muerto al menos 22 caballos debido a la dificultad del recorrido que
provoca cansancio y caídas peligrosas.
Sin embargo, esta competición sigue siendo una de las más importantes en
el país y muchas partes del mundo. Al menos para los jinetes, fanáticos y las
miles de empresas publicitarias que viven de ella.
La
única diferencia entre la madre, el estudiante foráneo y los caballos del Gran
National, es que los terceros, tienen que superar obstáculos como una afición.
Los primeros no decidieron vivir en tiempos difíciles, pero si es su elección
afrontarlos.
Alrededor
de todo esto giran los periodistas, muchas veces como espectadores y casi nunca
como protagonistas. Lo que si son siempre es una voz, una palabra y una imagen de la adversidad, y las noticias.
No obstante, las buenas nuevas traen consigo un peso propio que las hace
bienvenidas y las calamidades, en cambio, son su sombra.
Esa
oscuridad infeliz marca a todos en diferentes niveles. Algunos suelen olvidar y
otro tanto, prefiere frustrar. Lo dicho no exime a esos tiempos de difíciles,
nada lo hace. Lo único que puede otorgarles algo de resplandor, es la luz de un
comunicador, que hace con ellos lo que una sonrisa hace en un niño gravemente
enfermo.
Lo
que una mirada fija y sin lastima, hace en un joven invalido. Quizás un abrazo
sería demasiado, y es que un apretón de manos puede dar la suficiente confianza
cuando se trata de un político sincero.
De
eso se habla cuando un periodista toca la puerta en tiempos difíciles, de un
trabajo que deja huella en una realidad desvirtuada, porque de nada sirve
maquillar a un maniquí si seguirá siendo frío.
Definitivamente
hacer periodismo en tiempos difíciles, es hacer de la carrera algo valioso por
su esfuerzo, tanto emocional como físico. Quizás esté hablando de diarismo y no
incluya a más de un comunicador que deja la calle como una pintura; enmarcada
con una venta o la puerta de una oficina. Pero es falso, la comunicación debe
apasionar al editor, y al escritor por igual.
El
poder de transmisión que generan los comunicadores se intensifica cada vez que
la calamidad forma parte de él. Es como dicen, ¿qué es de una recompensa sin
esfuerzo? ¿Acaso vale la pena ser feliz sin haber afrontado el dolor?
Los
seres humanos somos animales de costumbre, e igualmente somos un tanto
masoquistas. Nos encanta ver como alguien, luego de llorar, cosecha las más
hermosas flores. Nos entretiene por más de dos horas, ver como el héroe supera
las mayores dificultades, y a pesar de estar seguros de su triunfo, continuamos
sufriendo con él y viendo cómo se levanta.
Es
el cine, un producto de comunicadores; guionistas, fotógrafos, productores,
escritores, soñadores por excelencia, quienes se basan en una realidad triste y
devastadora, que no la fantasea nadie, solo existe.
¿Qué
sería de la pantalla grande si no viera las tragedias que transmite el
reportero en la pantalla chica? ¿Qué sería de ese ancla, sino lee las notas en
la prensa que el productor escogió para él?
Y
¿Qué sería de la rotativa sin las trágicas muertes? Hablamos de amarillismo
señores. Resaltar la catástrofe con grandes titulares y fotografías de alto
contraste.
El
sensacionalismo existe desde que el hombre es hombre, solo que no había
encontrado una forma de sacarle provecho hasta que los medios de comunicación
nacieron.
Entra
aquí el papel de la moral, hacer el bien o el mal. Ya sea para vociferar un
chisme o borrar la foto de tu vecino herido y casi desnudo. El periodista cada
día entra en un dilema entre lo que se debe, lo que quiere, y lo que conviene.
Con
esto intento decir que el periodista no puede ser un emprendedor silente, como
la hormiga. Quizás pueda reservarse mucho para los demás, pero jamás podrá callar
su consciencia.
El
remordimiento que cada uno ha formado desde, al menos los cinco años, juega su
papel más agrío en el periodismo porque se trata de alguien más el que podría
perder o ganar. ¿Y quién soy yo para desprestigiar?
Más
de un millón han peleado y discutido por la moral, incluso leyes divinas se han
erigido por ella. Sin embargo, nada está escrito sobre la decisión que cada uno
debe tomar de acuerdo a su nivel de bondad, orgullo, humildad o maldad.
Es
la contrariedad individual que pone a prueba los sentidosy probablemente le
ocurra a los abogados y médicos cirujanos, pero que afortunados son al no tener
un rostro o que infortunados son al solo ser un traje y una bata. En cambio, el
periodista puede llevar un traje e infinidad de máscaras. Delantales sucios y
manos impecables.
El
quehacer diario, lo que algunos denominan “patear la calle”, coordinar la agenda
de un mandatario, investigar o dirigir un programa radial, se definen con el
termómetro de la dificultad.
Un
texto y una imagen nacidos en arduo trabajo, de soportar portazos y sudar
tristezas, valdrán la pena, aunque sea en unos años. Así como lo que escribió Albert
Camus, periodista Francés, en 1939.
Su
artículo fue enviado al diario Le Soir Républicaine, pero en este país europeo
regía la censura, por acercarse el tiempo de guerra. Sus frases no fueron
publicadas nunca, hasta el 2012, cuando Le Monde lo encontró archivado y sacó a
la luz pública.
La
lucha contra la carencia de libertad periodística es evidente en frases como
las que escribió en aquel momento. El hecho de que un periódico dependa de la
competencia o de humor de un hombre demuestra mejor que cualquier cosa el grado
de inconsciencia al que hemos llegado.
Uno de los buenos preceptos de una
filosofía digna de ese nombre es el de jamás caer en lamentaciones inútiles
ante un estado de cosas que no puede ser evitado. La cuestión en Francia no es
hoy saber cómo preservar la libertad de prensa. Es la de buscar cómo, ante la
supresión de esas libertades, un periodista puede mantenerse libre. El problema
no concierne a la colectividad. Concierne al individuo.
Aun
en el 2014, el texto de Camus está vigente, en Francia y Venezuela, en mayores
y menores medidas, pero sigue allí, latente.
El
hecho de conseguir lo que parece imposible y hacer del invisible, alguien
evidente, es preservar esa libertad por la que el luchó hace más de un siglo.
No dejarse llevar por la pereza o el qué dirán, es construir en cada uno esa
filosofía digna de no caer en lamentaciones inútiles.
No
obstante, y por no excluirlo, el periodismo en tiempos fáciles si existe, pero
ni una línea se le puede dedicar. Hay que mirar más allá,
sobrepasar los límites y hacer de la misión de un individuo, el triunfo de la
colectividad.
Primer lugar del concurso literario "Guillermo de León Calles". Punto Fijo, edo. Falcón.
Muchas veces escucho hablar a la gente mayor cuando se
refiere a los niños.Generalmente lo hacen en tercera persona (pl.), creo que
nunca he escuchado hablar a mi mamá o alguien más decir "cuando somos
niños..." sino "los niños son o hacen..."
Me parece curioso como, al ser mayores, hablamos de los
niños como si no fueran de la misma especie que el resto de nosotros, solo
porque las características son tan diferentes, debido a la edad, evidentemente.
Da la impresión de que al crecer, nos hacemos creer que en
nosotros no hay más nada que eso que somos; la persona adulta que trabaja o
estudia, razona y tiene mil ocupaciones. Es decir, esos niños que eran muy
similares a los que ahora son nuestros hijos, primos o sobrinos, nunca
existieron.
Año tras año, transmitimos la creencia de que niño es niño y
adulto es adulto. Creando una barrera larga y gruesa, como el abatido muro
de Berlín, entre los infantes y nosotros.
Pienso que la distancia entre niños y adultos no es muy
lejana, a pesar de la edad. Porque a decir verdad...¿qué son estos 18 años que
le llevo a mi sobrino?... Claro está, ahora son muchas experiencias más de mi
lado, pero en 30 años él será el que me enseñe y probablemente, regañe más a
mi.
Lo importante de recordar y mencionar que somos niños es el
hecho de que nos daremos la oportunidad de conocerlos mejor al rememorar cómo
fuimos.Y, como bono nos reiremos y aprenderemos mucho de esa sencillez para
vivir que nos ha arrebatado la vida de "grandes".
No olvidemos nunca que somos niños hechos adultos.
Para nadie es un secreto que la mayoría de los objetos usados a diario están inspirados en nuestro cuerpo. Y los que menos se asemejan, nos parecen extraños. Piénsalo por un momento...la parte frontal de los carros parece un rostro! No es para menos, pues los humanos y los animales estamos hechos en función de servir para muchas actividades; desde el simple hecho de ver, hasta el de volar. Todas las funciones interconectadas como el circuito eléctrico de nuestra casa o el motor del carro. Asimismo es el lente de la cámara, inspirado en nuestros ojos. Con diafragma y todo.
Las pupilas pueden ensancharse hasta 9mm (aprox.) en la oscuridad.Y esta medida varía con cada tipo de persona. El diafragma de mi cámara va hasta 3.5f de abertura, característica que también cambia en muchas cámaras. Las aberturas se relacionan con el mismo factor en ambos casos: con la luz. Mientras más luz menos abertura y viceversa.
Muchos dicen que la cámara es una extensión de su brazo y estoy de acuerdo. Pero es un hecho que me parece un poco lamentable y limitador porque el sueño hecho realidad seria que el lente fuera una extensión de nuestros ojos. ¿ Por qué? no hay un día que pase en el que voy por la calle haciendo "clic" con mis ojos como si tuviera una cámara incorporada. Me ha tocado guardar muchos momentos en mi memoria, y créanme que si pudiera calcular su capacidad, no llegaría a muchos gb.
Ok! quizás para algunas personas es fácil llevar la cámara a todos lados y capturar esos momentos, probablemente hasta tengan oportunidad de cambiarles el formato, colocar algún filtro; arreglar la velocidad y la abertura y pff! ahí está. Sin embargo, hay muchos que no podemos darnos ese lujo por problemas como la inseguridad o la falta de un transporte seguro, que es lo mismo prácticamente.
Una de las cosas que más amo es fotografiar personas...personas comunes en el quehacer diario, preocupadas y despreocupadas, sin poses ni escenarios. Solo que simplemente me gana el miedo a perder mi equipo. Por eso y más, me gustaría que mi ojo lograra ser el lente de mi canon.
Mientras la tecnología llegue a ese punto, quizás busque vivir un tiempo en un sitio donde la cámara pueda convertirse en la extensión de mi brazo ¡sin temor a perderlo!
Como muchas otras frases, hemos escuchado docenas de veces: "La lengua es el peor castigo del cuerpo". Y ¿ Qué implica este dichoso refrán ?
Quizás ese don para articular sonidos no lo poseen todas las personas, como los mudos de nacimiento o aquellos que han dejado de hablar por múltiples razones. Sin embargo, la capacidad de comunicarnos la encontramos en muchos modos no verbales, incluyendo la escrita. Al decir que la lengua es el mayor castigo del cuerpo, creo que en parte estamos hablando metafóricamente, pues muchas veces no es hablando que "metemos la pata" sino simplemente expresando un mensaje. Ahora, sin duda alguna, el hecho de decirlo de la boquita para afuera es más directo y contundente, al igual que sus consecuencias.
Hay muchos medios para meter la pata hablando y lo más triste es que no nos damos cuenta sino hasta que ya no tiene remedio. El modo más conocido de hablar de sobra es ese cuando en vez de hablar tú, habla tu fabuloso, inteligente y hermoso EGO ; así es, cuando consigues ese trabajo que soñaste y luego de un gran esfuerzo lo logras, lo echas a perder al tomar el primer vuelo a la nube más lejana para hablar de ti mismo...creanlo, alejaremos mucha gente. Y en el momento que nos provoque bajar... estaremos solos. El ego mata a la humildad. La humildad es la humildad. Todo sabemos que es buena, así que no la matemos hablando de más.
Desde mi punto de vista , cuando decimos cosas que no "queríamos" decir, no está hablando la parte de nosotros más coherente o simpática. Sino aquella ignorada que alejamos para ser parte de la sociedad y mejorar nuestras relaciones interpersonales. En ocasiones, eso que habla antes que nosotros son los SENTIMIENTOS, llamase alegría extrema, furia, tristeza, dolor, melancolía. etc...etc. Es mandar a comer aquello que expulsamos muchas veces, a esa persona que nos sacó la roca. Es expresar un amor ficticio a otro por el hecho de sentirnos parte de los teletubies.
El día de mañana, probablemente, ese sentimiento se anule por caducidad. Dicho de otro modo: nunca existió. La regla es: cuidar las palabras cuando estamos emocionados, enfurecidos o tristes. En vez de hablar o escribir...cuenta hasta 10 o hasta que te canses, mejor. Y descubrirás que no tenías nada que decir.
Muchas figuras públicas prefieren callar en vez de dar declaraciones sobre sus planes u opiniones por temor a ser condenadas luego por lo dicho. Sin embargo, todos debemos tener cuidado con lo que decimos, aunque no estemos siendo observados siempre, porque podemos herir a alguien más o a nosotros mismo después de un tiempo.
Si te gusta hablar...no te desanimes! simplemente habla para construir y no para arrepentirte! :D
'Figura en una ventana' [1925]. Salvador Dalí [España, 1904-1989].
Cada ventana es una historia...
Hay ventanas azules iluminadas.
Hay ventanas calladas y oscuras.
Hay ventanas que lloran y entristecen a otras ventanas.
Desde aquí veo ventanas solas, aunque bien rodeadas...
También hay ventanas parlanchinas.
Hay ventanas muy envidiadas y
ventanas cochinas.
A esta hora las ventanas son cerradas por el frío y en el día quedan igual para que no se escape
el de antenoche.
Hay grandes ventanas que logran enamorarse después de un cambio de luz constante.
Hay ventanas lejanas que se creen inobservadas.
Hay ventanas sin vista. Que las hacen ciegas y otras que nacen así, sin vista.
Hay tantas ventanas, y yo que no sé por donde salir.
Últimamente, la vida me ha llevado a reflexionar sobre tantas cosas que a veces me he sentido aturdida. Todo este tiempo libre, me lleva automáticamente a pensar, pensar, y repensar las cosas; pensamientos que se unen a mi cuerpo físico y hacen cumplir la frase de los yoguistas " la mente manda, y el cuerpo obedece", es una gran verdad. Personalmente, he sentido como la ansiedad se ha adueñado de algunos días como resultado de la inquietud de mi futuro, y mis frustraciones pasadas. Cada pensamiento es procesado por nuestro cuerpo, y las señales, ya sean negativas o positivas, se notan! se hacen ver! por eso no vale la pena llenarse de malos pensamientos. O mejor dicho, es mejor no pensarlo tanto porque lo único que nos salva de invadir nuestros cuerpos de la toxicidad de nuestras ideas es la rendición, la rendición a lo que estamos viviendo en ese momento. La entrega total al presente. Porque como bien lo dice Julieta Venegas " el presente es lo único que tengo"; nada que haya pasado o que vaya a pasar nos podrá a ayudar a mejorar nuestra situación actual.
El pasado es la nostalgia, el resentimiento y el dolor.
El futuro es una simple ilusión.
El presente es lo único que puedes cambiar.
PARA, no me malinterpretes...el pasado tiene muchas experiencias que te enriquecen y te ayudan a crecer, muchas de esas cosas te dan felicidad, recuerdos placenteros y triunfos, pero hasta ahí! observemos el pasado como vemos una foto. No por mucho tiempo porque perdería sus esencia. Solo míralo, recuerda, regalale una sonrisa y vuelve a donde estas! YA! El futuro (ay, que señor tan impredecible) no nos lo garantiza nadie! así que trabaja en pro de él pero consciente de que lo único seguro es lo que tienes ahora. El presente no se va, ni te dice que se va a quedar. No te da expectativas, ni te desilusiona. El presente es el único que te da la satisfacción solo con tocarlo, exhalarlo e inhalarlo cada segundo, pero se va si lo dejas a un lado por el pasado o el futuro. Se va, y es ahí cuando nos perdemos. BAILA y ya!
Hay etapas de la vida que pasan como el viento, suave y desapercibido. Lo sentimos pero lo damos por sentado... prácticamente nos dejamos llevar. Luego de un tiempo que pasa fugaz, ese viento se pone espeso, tan espeso que se torna oscuro y empieza a tener un olor particular. Es la vida diciéndonos que puede cambiar de dirección cuando lo desee y tenemos la elección de cambiar con ella o estancarnos.
Es ese momento en el que la vida ya no es solo viento, sino que es neblina y cada paso que damos, lo damos a oscuras; arriesgándonos a encontrar una montaña de rocas que nos aplaste y derrumbe nuestros sueños...nos haga despertar de dolor.
A partir de ese día, ya el viento no nos cantara dulcemente, sino que nos susurrará que pensemos lo que hacemos porque ese mismo fragmento de tiempo en el que tomamos una decisión...no volverá, sin embargo...dejará una marca imborrable para toda la eternidad. Es esa historia que contaremos a nuestros hijos y nietos de aquello que hicimos y es lo que causa nuestro presente.
En este momento de nuestra vida parece que no hay verdad más absoluta que el propio hecho de que estamos marcando el punto de partida de nuestro futuro y que detrás de esa neblina puede haber un hermoso camino floreado o un remolino sin fin. La respuesta no es fácil de conseguir y da miedo, pero es bueno enfocarse en que debe ponernos feliz el simple hecho de tener el derecho de elegir. Y el deber de responsabilizarnos por nuestros hechos.
Sé feliz porque estas aquí y esta vida te da la oportunidad equivocarte y corregir. Vamos a aprovecharlo....
Un día con una amiga, comida y peliculas es una combinación casi perfecta. Ella es Elenny, cocina rico y no lo admite. Es una mamá sin tener hijos (aun)...tenemos más de 10 años conociendonos y aun no hemos terminado de hacerlo. Solo sé que es la persona más espontánea de mi mundo.